¿QUIEN FUE REINITA?

 (Historia del hada buena del barrio)

 

 

REYNALDA BALANCINI DE RODRÍGUEZ:

 

Reynita (Nombre popular con el que se la conocía) nac en Salta el 23 de Julio de 1915, a temprana edad contrajo matrimonio con un gendarme, quien la llevo a extender su labor a algunas provincias del país, como Córdoba donde empezó como auxiliar de un médico pediatra, y luego Formosa, donde allá por el '41 atendía indígenas del lugar y solicitaba al gobierno ropas y alimentos para esos necesitados, viajando reiteradamente a la Capital, a las droguerías y laboratorios, los que consigue por fortuna y reparte entre todos. A causa de la enfermedad de su hijita, le otorgan el pase a su marido a Capital donde podría recibir mejor atención, y se alojan en el barrio Los Perales.

Aquí se gradúa de Enfermera  y continuó sus labores en el hospital Santojiani, el centro de salud de Mataderos, donde muchas veces terminaba en enfrentamientos con sus superiores, por organizar fiestas para recolectar dinero para el bienestar de los internos.

Siempre quedándose después de hora por su cuenta, y además sumándose al hospital de niños gratis, cuidando niños huérfanos y madres atribuladas.

 

Por esas cosas del destino, el fotógrafo de la familia también era el fotógrafo de Eva Perón, y por intermedio de este consiguen el chalet que les fue adjudicado y que seria su morada durante el resto de su valiosa vida.

Por muchos años en forma anónima y gratuita, cuando regresaba a su casa en Ciudad Evita, la esperaban para vacunar, dar inyecciones, hacer domicilios, etc. ya que en esta época no había sala de primeros auxilios y todos recurrían a ella como primer socorro.

Nunca puso precio a su trabajo, muchas veces dió para que compraran medicamentos, era "el hada buena del barrio", cuando salía de su casa hasta el mercado adjunto (70 mts.) con su andar lento y su salud ya deteriorada, recibía el homenaje de grandes y chicos, pues era querida como nadie, abrazos y besos eran su fiel paga por el amor prodigado durante años de sembradío.

Todos querían saludarla, coches que pasaban con quienes la conocían    -que eran muchos-, bajaban chicos a expresar su agradecimiento con besos, un saludo con la bocina o un chau Reinita.

Jamás le dejaban llevar lo que había comprado en el mercado, siempre alguien se lo alcanzaba hasta su vivienda. Esta cadena de trofeos que recibía es el fiel testimonio de quien fue esta gran señora.

Su pasar hubiera sido muy bueno, pues disponía de la pensión de su fallecido esposo y el sueldo de enfermera, y luego ambas, pensión y jubilación.

Siempre mostró en todos los casos su bondad infinita.

 

Pierde a su esposo, 2 hijas y mas adelante un hijo en un accidente.

 

 

Cuentan sus hijas que su dolor máximo fue al fallecer Nelita, donde ella la iba a llorar todos los días desconsoladamente al cementerio, y fue aquí donde exige a Dios una respuesta, y grita "que he hecho para merecer esto?" (Cuantos de nosotros renunciaríamos ante este sufrimiento), y al darse vuelta una mujer con una hijita en silla de ruedas muy parecida a su hija fallecida le dice que se quede tranquila, que no es la única que sufre por sus hijos, y que hay muchas madres que les toca pelear este suplicio, y es ahí donde encuentra las fuerzas y decide cambiar dolor y sufrimiento por servicio, y va al hospital de niños a trabajar gratis.

 

 

Su Esposo y Sus Hijos Fallecidos (Terecita, Nelita y Cacho)

 

 

Después de tantos años de servicio y cariño, lo triste: Su corazón cansado deja de latir, pero el amor de la gente no.

El llanto popular y las leyendas en las cintas de las coronas así lo demostraron, eran todas cálidas por el sentimiento de quien las brindaban.

Algunas de las frases que recopilamos en esta investigación son: "Gracias Reynita por todo lo que hiciste por nosotros", "Gracias Reynita por haberme ayudado a criar a mis hijos", "Gracias por tu corazón de madre, que alcanzó hasta para los que no fuimos tus hijos", "Gracias Reynita por ayudarnos a hacer buenos hijos", y una que denota la nobleza por lo humilde puesta en una corona muy simple: "Perdoname Reynita, no tengo más".

Otras demostraciones sinceras fueron la de la bandera a media asta (SIN PEDIR AUTORIZACIÓN Y POR PROPIA VOLUNTAD DE LA DIRECTORA) de la escuela 149 frente a la que fuera su casa, mas las lágrimas de la formación de alumnos, lágrimas limpias por ser de niños.

Lágrimas sinceras corrieron por la avenida donde ella caminaba, que hoy lleva su nombre.  Enfermera B. de Rodríguez.

 

 

Amor al prójimo, abnegación, solidaridad, desprendimiento, amiga, madre, buena vecina, entre tantos otros valores que practicó, es un ejemplo para todos y en especial para todas las enfermeras, pues hasta el último día de su vida la dió para brindar ayuda.

Ojalá su recuerdo nos abra las mentes y corazones, para salvar a Ciudad Evita del deterioro causado por el abandono de nuestro sentido de hermandad y solidaridad.

En vez de preocuparnos por que bienes heredaran nuestros hijos, dejémosle a ellos y a nuestros nietos un mundo mejor del que encontramos!!!

Esto no es por política es por amor a la existencia misma...

 

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